Un hombre quería escribir un tratado en contra de las alas. Pensó en todos los argumentos que podría sacar del tratado Contra natura de Juan de Panonia. Recordó también aquel maravilloso artilugio preferido de los apologetas, y saboreó las mieles del triunfo retórico que los argumentos esgrimidos a su guisa le traerían.
Antes de deslizar la tinta sobre el blanco, tuvo un sueño: volaba. Decidió que para hacer justicia a su oficio debía necesariamente antes de iniciar el tratado, volar.
Todavía sueña que vuela y que escribe un tratado que empieza: Vuelo, con verdes y artificiales alas. Me veo obligado al terrible acto de flotar, de nadar en el viento y de deshacerme en pequeño polvo y sal atmosférica...y me gusta, como nada que jamás pueda escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario