sus chimeneas
los barcos prietos, duros,
en este muelle
de azoteas.
Apenas si, lejos,
un humo delgado
mueve el horizonte...
o se hinchan velas blancas
en las cuerdas oblicuas.
Sólo un reflejo quiebran
los barcos de cartón
en el acero
de la ventana sumergida.
Pero también el mar está en el cielo
descorriendo largos telones
de olas maltratadas, telones
lentos,
grises,
despintados...
II (pseudum)
En San Miguel todo el mundo
que se precie
Tiene una azotea.
Las ventanas se practican para tocar los pasos del
cielo.
Desde aquí, el camino se
acorta
sube y baja según el lado de
la montaña
Siempre de esquina al horizonte.
En San Miguel se recuestan las
calles
y serpean las pequeñas cabezas
de los chamizales.
Nadie que se precie, en San
Miguel,
Truequearía su vista
por una vulgar alberca
ni por un jardín
ni por la vista de la mujer
que acompaña…
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