Dicen que la ciudad no descansa
ensimismada en su dolor de mujer
cansada de parir
Dicen que somos tantos sus hijos
que sus venas varicosas llevan la marca
de las reses en el fragor del matadero
Pero nadie huye nadie se va
Somos todos ocupantes de un vagón
hacia el urbano horizonte
Conmutamos este costoso pedregal
por una cama en las afueras y un aguamanil
Cierro la puerta tras de mí
resuenan aquí y allá
el croar opaco de las ranas citadinas
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