domingo, febrero 12, 2012

Arte poética III

Monterroso o el lujo de ser malentendido

Navegando por Internet uno encuentra cosas maravillosas: sirenas de alquiler por hora con todo y cuerda para el mástil, visitas guiadas a Ninguna parte y bolitas de fe científica que sustituyen la cristiana culpa y el infierno por otros sacramentos (Credo quia absurdum) Virus, y Porno. Pero lo que más sorprende es doña tamaña estupidez (otros preferimos creer que es un bendito azar) que permite a personajes como Ingenuo Tergiverso creer que Cristo es cristiano, que Castro es castrista y que Monterroso escribió un “decálogo del escritor” que uno debe seguir al pié de la letra.

Cuando tengas algo que decir dilo, cuando no, también. Escribe siempre.

La maravilla de la disciplina y el tezón artístico sin el cual ni Dalí, ni Picasso ni Carlos Fuentes, se convierte así en pretexto para la verborrea: escribe por escribir, aunque sólo sean estupideces que estén bien escritas, sé, ante todo, un pendejo metódico.

Uno vertical: Klinsorg, Dos horizontal: Fuentes (Santo patrono de este escrito: Padre Carlitos que estás en Nueva York, nobelificado sea tu nombre...) Tres Diagonal: Wila Matas. Cuatro Vertical: Wellatin, ¿wella quién? Wellatín tabletas, honorable empresario de la cultura y de las letras, todo por el honor nunca por el dinero. Honrosa(s) excepción (es): Taibo II, Juan Villoro y Serna, a veces, muy a veces.

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