domingo, junio 09, 2013

Francisco Segovia (fragmento de Elegía)

En el Atrio
Francisco Segovia

1
En el atrio otra vez todos
Otra vez se han tapado los oídos:
Revientan los cohetes allá arriba...

Y tú ¿Qué ibas a decir ahora tú? ¿eh?
¿Algo que atronara también
El valle de los tlahuicas
O se quedara retumbando
En el pecho de Montealbán?
Un circunloquio quizá
–de lo más propio–
Sobre el redondo templo
De Apolo en Delfos...
Pero ¿Aquí?...

Aquí, en la iglesia y más allá, en la plaza
Todos se han tapado los oídos.
Nadie quiere oír el tableteo de los cohetes
En el frontón del cielo
Ni la terrible perorata que murmura
En el atrio el pordiosero –en el atrio:
Nunca en el altar...

2
En el ovillo de sus telas
–como una araña mustia y recomida–
El pordiosero hila cuentas, abalorios,
Bisutería de una fe sin consagrar,
Y en el tartamudo fulgor de su propia cohetería
Masculla cosas...un trozo de pan,
Injurias, el Evangelio
De una iglesia cimarrona.

Nadie lo escucha:
Tiresias tirado a Lucas
–no a Tiresias...

3
La iglesia moja en el mismo vino todos los panes;
En todos ve la misma masa... Y así
Hasta la tortilla es pan. ¿Cómo entonces
Oír a Tiresias en Tiresias –no en Lucas
O Marcos o los otros?... ¿Y cómo no oír
Cómo se calla Tiresias en los cuatro Evangelios?
¿cómo no ver que para todos
Esta fiesta es cosa de ver y no escuchar
Y sin embargo ver cabalmente
Lo que no se escucha?
En el atrio de la iglesia
Todos se tapan los oídos
Para no quedarse sordos. 

4
El silencio retumba en el pecho
Como un trueno que no oyen los oídios.

Sí. “Sólo el silencio es grande”

Y ahí, en su ámbito, los dioses viven
–como los mares y los bosques–
De comerse a manos llenas a sí mismos:
Dios Hijo es pan en la mesa de Dios Padre,
Por Baco despedazan a Baco las bacantes
Odín se sacrifica por Odín
Y la Fe se roe las rodillas...

Pero el mendigo ablanda
En la boca largamente
La masa de un mendrugo
Que no está hecho de su carne...

5
Bien hayan allá los dioses en lo alto,
Devorándose, hartándose de sí, ahítos
Hasta reventar “en su radiante atmósfera de luces”

–los cohetes, Juan, los cuetes! –
Que si acá abajo el silencio es grande
Es sólo para dejarnos comer en paz
Dioses o cosas...
(cosas odiosas –si tú quieres– desalmadas,
Pero cosas ala cabo –o dioses– que no son
Lo que tú y yo)
Que no son como nosotros.

6
Silencio para comer en silencio.

Silencio para hacer
Oídos sordos al silencio de los dioses.

¡Y la retahíla de los cohetes
Muda allá arriba!

7
En el atrio otra vez todos otra vez
Se han tapado los oídos.
Pero tú además
Por una vez cumplidamente
Cierras también la boca.
¿como el mendigo mascas dioses –comes pan–
Ablandas el silencio con la lengua ese silencio
Que habrá de rondarnos sin que nos demos cuenta?
Porque hasta eso, eso que no se oye
Se queda rondando en el pabellón de la oreja
Redondeándose...

8
Pero usted shhh” ¿Eh?
“Usted shhhh” –murmurabas
Pidiéndonos silencio en el oído, no en la boca.
Silencio en el molde de la oreja, ahí
En el laberinto de lo que oye...
– “Usted Shhhh” –Y escuche...

9
Bienaventurados los que oyen
Aun después de taparse los oídos.

Bienaventurados y tristes, Juan –tristísimos–,
Pues ellos deben saber que no son vanas
Las palabras que se dicen “a oscuras y en celada”
Para redondear el silencio en el pabellón de la oreja
Y sepan además que la verdad
–la pura verdad– no puede decirse
Nada que no pregone al oído
De los cuatro vientos a su secreto:
“Sólo el silencio es grande”...


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