Hubo algún crítico -en realidad son
muchos y su nombre es legión- que comparó la sonata op. 57 de Beethoven, toda
fuerza y oscuridad, con el primer libro de preludios de Debussy con sus tímidos
brotes de luz. La comparación puede valer para la armonía y el ritmo pero sobre
todo para el plan general de la obra que en literatura podría equipararse a una
armazón hecha de episodios, personajes y adjetivos, y en pintura abstracta
podría reflejarse en la elección de una muchedumbre de tonalidades o la
aplicación de una sola textura, un solo color.Beethoven, claro, simboliza la
totalidad organizada y (anti)armónica de un bosque, un cielo, o un océano. Las
notadas aisladas de Debussy, se estrujan entre los recovecos del follaje, una
nube o los hilos microscópicos de un río. Ahí donde el primero es monumental,
el segundo es un diminuto súcubo chocarrero. Sé que mi lenguaje es injusto con
Debussy pues río es una abstracción monumental y vulgar, igual que hilo igual
que microscópico igual que súcubo chocarrero.
Las dos mentalidades reflejan algo más que un estado anímico o una voluntad de estilo, reflejan el triunfo o la derrota del espíritu moderno; la confianza en el mito del heroísmo individual, la certeza de la caída de Prometeo. Lejos de una lectura evolutiva o determinista del mundo y del progreso humano, la dicotomía Beethoven / Debussy no representa un estado anterior (romanticismo) y posterior (impresionismo) en el entendimiento del arte y la representación de la realidad, sino la alternancia de dos posibles soluciones al problema planteado por el drama mimético de los griegos; ¿para dibujar el carácter de un héroe es mejor la máscara prototípica o habría que apelar a los lunares y taras de un sujeto concreto?
El problema tal como lo entendió Debussy no tiene solución, sólo entresijos; el problema tal como lo entendió Beethoven no exige solución sino puesta en escena.
Las dos mentalidades reflejan algo más que un estado anímico o una voluntad de estilo, reflejan el triunfo o la derrota del espíritu moderno; la confianza en el mito del heroísmo individual, la certeza de la caída de Prometeo. Lejos de una lectura evolutiva o determinista del mundo y del progreso humano, la dicotomía Beethoven / Debussy no representa un estado anterior (romanticismo) y posterior (impresionismo) en el entendimiento del arte y la representación de la realidad, sino la alternancia de dos posibles soluciones al problema planteado por el drama mimético de los griegos; ¿para dibujar el carácter de un héroe es mejor la máscara prototípica o habría que apelar a los lunares y taras de un sujeto concreto?
El problema tal como lo entendió Debussy no tiene solución, sólo entresijos; el problema tal como lo entendió Beethoven no exige solución sino puesta en escena.
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